Tips de derecho ambiental: ¿Qué es el impacto ambiental? (Ejemplo: el caso de la minería del carbón en Cundinamarca y Boyacá, Colombia)
Hola a todos:
El
impacto ambiental (denominación para el público en general, del concepto de
impacto antrópico o antropogénico), es la alteración negativa del medio
ambiente (o más técnicamente hablando, de la línea de base ambiental: situación
actual del ecosistema, sin influencia de nuevas intervenciones antrópicas) provocado
por la acción o conducta humana.
Conforme
con esta definición, quiero ejemplificar este tema con un ecosistema colombiano
(zonas mineras de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá), en el cual se ha
gestado una compleja problemática (con distintos tipos de impactos y daños
ambientales) derivados esencialmente de la minería del carbón. Para lo cual
procedo a explicar la problemática ambiental del sector, aplicado
específicamente a escenarios reales (en esos dos departamentos).
La
minería es una de las principales actividades productivas de Colombia,
aportando COP$5 billones anuales en impuestos y regalías, 2,1% al PIB, y
representando el 27% de las exportaciones del país. Genera 1.250.000 empleos
(350 mil directos y 900 mil indirectos), atrayendo el 20% de la inversión
extranjera directa en los últimos 20 años e impactando otros sectores (a razón
de COP$2,40 por cada COP$1,00 generado por la minería)
Curiosamente,
la mayor parte de los recursos generados por la minería legal provienen de
empresas de pequeña minería, y aunque existe un impacto ambiental inherente a
la operación, el país cuenta con una regulación bastante estricta, cuyo reto es
no solo cumplir estándares internacionales, sino combatir la minería ilegal,
respetando la minería artesanal y de subsistencia cuya producción es
comparativamente muy pequeña y de relativo bajo impacto en el medio ambiente
El
carbón, material energético (no un mineral en sentido estricto) o roca fósil
compuesto principalmente por carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno y azufre,
se origina en transformaciones físicas y químicas de grandes acumulaciones
vegetales depositadas en ambientes palustres, lagunares o deltaicos
Su
poder calorífico tiene diferentes rangos (desde los lignitos hasta los
bituminosos) que se evidencian en notables variaciones de precios. Su
explotación en Colombia data de finales del s. XIX, con énfasis a comienzos del
s. XX, entre otros usos menores, para alimentar las calderas de las primeras
locomotoras de vapor; los hornos de sal y las ladrilleras, con material
proveniente principalmente del altiplano cundiboyacense, a lo cual le siguió la
creación de la Empresa Siderúrgica Nacional Paz del Río (Ley 45 de 1947), para
después iniciar una explotación a gran escala en proyectos como el del Cerrejón
Colombia
es el país con mayores reservas de carbón en Latinoamérica (con recursos
potenciales de 16.992 millones de toneladas, de las cuales 7.063 millones de
toneladas son medidas, que, a la tasa de explotación actual, aseguran más de
120 años de producción), y es el sexto exportador en el mundo (6,3%,
equivalente a 50 millones de toneladas anuales). Concentra el 47% de la
actividad minera nacional, representando el 1% del PIB, con unos COP$3,4
billones
Sin
embargo, el sector carbonífero no pasa por su mejor momento, pues la prolongada
cotización internacional a la baja del producto, los elevados costos de
operación (entre otras, por su impacto ambiental) y el avance de las energías
renovables, teniendo de presente una política de descarbonización a nivel
global y la percepción de tratarse su extracción, una actividad altamente
contaminante, en una coyuntura de toma de conciencia frente al problema del
cambio climático. Con una caída en la producción del material (54 millones de
toneladas en 2020, la más baja en toda su historia) y una proyección para 2021
de 62 millones de toneladas, se hace necesario replantear el modelo de
operación del sector
Aunque
el carbón está claramente posicionado como uno de los principales combustibles
industriales, en la generación de electricidad, especialmente en centrales
termoeléctricas (según la Agencia Internacional de Energía, el carbón
representa un 40% de la generación mundial de electricidad, con un incremento
del 1,1% en 2018 frente al 2017), está también identificado como el principal
causante de la contaminación y del cambio climático
Colombia,
se ha adherido a la Convención Marco de la ONU mediante la Ley 165 de 1994 y al
Protocolo de Kyoto mediante la Ley 629 de 2000; integrando con la Ley 1715 de
2014 al Sistema Energético Nacional el uso de energías renovables no
convencionales para implementar un desarrollo económico sostenible, y
comprometiéndose a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el
2030 en un 20% como mínimo.
Lo
cual representa un gran desafío, considerando la dependencia de nuestra
economía, con respecto a la minería del carbón, la cual, en términos de empleo,
generó unos 50.000 empleos directos en 2019, de los cuales 2.000 fueron
trabajadores por cuenta propia, 47.000 asalariados, y 1.000 empleadores
En
el altiplano cundiboyacense se extraen carbones coquizables (hullas bituminosas
y sub - bituminosas) y antracitas (éste último, carbón duro, con uso
siderúrgico, de mayor calidad, contenido de carbono fijo, poder calorífico, y
precio que los carbones térmicos provenientes de la Guajira y Cesar), con
extracción subterránea, en mantos de la formación Guaduas, de edad
Maastrichtiano – Paleoceno
El
área carbonífera de Boyacá está localizada en la cuenca alta del río Chicamocha,
y va desde el municipio de Jericó (norte del departamento), hasta los límites
con el departamento de Cundinamarca; encontrándose la principal área minera
entre los municipios de Sogamoso y Jericó, con otras áreas de importancia como
Tunja – Paipa – Duitama, Suesca – Albarracín, Chequa – Lenguazaque.
Por
su parte, el área carbonífera de Cundinamarca va desde el municipio de
Zipaquirá hasta los límites con el departamento de Boyacá, contando con las
siguientes zonas mineras: Chequa – Lenguazaque, San Francisco – Subachoque – La
Pradera, Tabio – Río Frío – Carmen de Carupa, Zipaquirá – Neusa, Guatavita –
Sesquilé – Chocontá, Suesca – Albarracín
La
minería de esta región es poco tecnificada y de subsistencia, al punto que el
50% de las unidades de producción minera son a pequeña escala, y solamente el
17% de las unidades mineras a mediana escala cuentan con un título minero. De
las 10.362 concesiones mineras otorgadas por la Agencia Nacional de Minería,
Boyacá tiene 1.825 (17,6%), y Cundinamarca 1.062 concesiones.
Según
el censo minero del Ministerio de Minas y Energía, de las 14.357 unidades de
producción minera (UPM), el 18% están ubicadas en Boyacá, el departamento con
más UPM en Colombia, produciendo cerca del 3,21% de la producción nacional, lo
que contrasta con un consumo alto, del 23% del carbón nacional.
Acerías
Paz del Río fue la empresa más emblemática del departamento de Boyacá hasta la
apertura económica de 1990. En 2007 la brasilera Votorantim adquirió el 51,3%
de la empresa, concentrando su actividad en la comercialización de carbón
Los
efectos socioeconómicos de las políticas internacionales de descarbonización se
concretan en la generación de empleo, la estabilidad y remuneración salarial
(con salarios promedio de COP$1.041.714,00 para 2018, según Comfaboy), la
generación de regalías, sabiendo que las exportaciones de Boyacá dependen de
los derivados del carbón en un 92,21%.
Muchas
operaciones mineras no cuentan con la legalidad mínima necesaria ni opera con
estándares aceptables, generando impactos en el medio ambiente, los
trabajadores y la comunidad, además de desarrollos ineficientes (asociados a la
deficiente infraestructura de transporte ferroviario) y daños en los depósitos
mineros, a más de un costo de oportunidad para el Estado por el no pago de
regalías
De
los 101 accidentes mineros reportados en Colombia a septiembre de 2020, Boyacá
reportó el 38% (39 accidentes, de los cuales, 31 ocurrieron en minas de
carbón). Además del riesgo de accidentes, existe un riesgo para la salud por
afecciones respiratorias ocupacionales como neumoconiosis y cáncer de pulmón,
por la ingestión de polvo de sílice y carbón.
Todo
lo expuesto, sin perjuicio de la posibilidad de implementar métodos de
explotación más viables en términos de productividad contra impacto ambiental
(por ejemplo, barreteo con dinamita, contra el barreteo con martillo percutor)
Frente
a las comunidades, el mayor riesgo de la extracción de carbón radica en los
conflictos generados por su aumento (incluyendo exploración y explotación
ilegal, sin control) desde 2010, especialmente en zonas de páramo, lo cual ha
causado la pérdida de vegetación autóctona, y consecuente afectación a las
fuentes de agua usadas para el consumo de los habitantes.
En
2015, la comunidad se opuso a la minería a cielo abierto por la empresa Hunza
Coal para Acerías Paz del Río en el Páramo de Pisba (parte de la Reserva
Natural Nacional de Pisba), señalando que se habían perdido más de 32
nacimientos de agua en la región (lucha que inició en 2013 y se realizó a
través de paros e intervención en la zona de explotación por medio de
campamentos, logrando frenar la explotación minera en 2016). Los habitantes de
Ricaurte, Tinjacá, Sutamarchán, Vila de Leyva y Gachantivá también marcharon en
contra de la actividad minera en 2017
En
síntesis, la afectación medioambiental de la minería de carbón se evidencia en
afectación sobre los siguientes recursos o factores:
·
El recurso hídrico, representada
en contaminación de aguas superficiales, disminución en los caudales y
deterioro de las aguas subterráneas.
·
El recurso suelo: concentraciones
de metales y metaloides peligrosos (As, Mn, Zn, Cd, Pb y Ti), con riesgo de
absorción potencial en peces, anfibios y personas de la localidad; y riesgos de
degradación del suelo, debido a la subsidencia del terreno por extracción de
fluidos.
·
La atmósfera: contaminación atmosférica
por humos, polvo y gases nocivos.
·
Afectaciones sociales: por cuanto
la minería, cuando se posiciona con la promesa de generación de empleo y
riqueza, conlleva la apropiación de las tierras de las comunidades, impactos en
la salud, alteración de las relaciones sociales, destrucción de las formas de
sustento preexistentes, desintegración social, cambios abruptos en las culturas
regionales (en parte debidos a la migración), desplazamiento de otras
actividades económicas locales, más aún cuando la explotación se produce dentro
o en inmediaciones de ecosistemas estratégicos, sin importar que sea en la zona
andina o en las regiones costeras de nuestro país
Teniendo
en cuenta la importancia de la producción minera de la región a nivel de
regalías, se advierte un desplome desde 2018 en su generación a nivel nacional
por minería de carbón. Así, la decisión de disminuir el consumo de carbón a
nivel internacional representará un choque fuerte para las finanzas públicas
departamentales y para la economía de las familias que dependen de su minería
artesanal, aunque gran parte del carbón de Boyacá es coquizable y de uso
siderúrgico y no de energía, por lo cual no es fácil de reemplazar a corto
plazo.
Para
generar alternativas productivas de reemplazo para las familias, debe
impulsarse el desarrollo agrícola, considerando además las ventajas
ecosistémicas de la región (que facultan a la producción de productos de clima
frío muy competitivos frente a productos importados, y en todo caso, con alto
potencial de exportación, considerando la infraestructura vial y cercanía a
Bogotá)
Hasta
una nueva oportunidad,
Camilo
García Sarmiento
Referencias
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